domingo, 25 de agosto de 2013

Somos lo que consumimos

Una vida sin examen


De lunes a viernes se levanta en la mañana, se alista para ir a la escuela, toma un autobús lleno de gente con la cual comparte la misma expresión de somnolencia y durante el camino piensa en las cosas que debe hacer el resto del día. 

Seguramente tendrá que hacer alguna tarea, ayudar en algo a su mamá, pasear al perro, lavar los trastes o cualquier otra cosa y después, llegará su preciado tiempo libre.

Diferentes opciones tendrá para ocupar ese tiempo en el que él decide que hacer. Porque él es quien decide, ¿no? Puede adelantar tareas escolares, ejercitarse un poco, visitar a un amigo, ordenar su habitación, escuchar algo de música o leer un libro; o puede hacer lo que hace casi todos los días con su tiempo libre, sentarse en su sillón y ver la televisión. 


Comedias, deportes, noticias, videos musicales, programas policiacos, documentales o caricaturas, y por supuesto, comerciales. Un repertorio de anuncios publicitarios tan extenso como variado, mostrando cientos de productos de muchísimas marcas diferentes, intentando influir en su percepción de las necesidades, trastornando sus ideas para hacerle creer que quiere algo, que desea ese producto, que lo necesita, que cierta marca es mejor que la otra y que, entre más dinero gaste en ese producto o servicio, será más popular, tendrá mejor apariencia, sus problemas se resolverán inmediatamente, o simplemente será más, mucho más feliz que las personas que no lo tienen.

Eventualmente, él consumirá alguno de estos productos, no importa si son muchos o pocos, probablemente entre ellos se encontrará alguno que realmente no necesita, que no es indispensable para continuar con su vida y que ocupa el espacio de algo con lo cual sí valdría la pena contar.

El no será un caso único, es parte de una sociedad constantemente atacada por la publicidad en todas partes, una sociedad conformada por consumidores que son ridículamente fáciles de convencer y manipular para hacerlos llegar a consumir excesivamente, y que pueden llegar a basar su estabilidad emocional en la cantidad de cosas que poseen y en la cantidad de dinero del que disponen para comprar otras cosas más.

Pero, ¿cómo es que llegamos a esto?, ¿qué acaso no somos los tan superiores seres humanos capaces de razonar y comprender?, si somos tan listos como creemos ¿no significaría que el gran “homo sapiens” se daría cuenta de que está siendo manipulado?


El creador del psicoanálisis, el neurólogo austriaco Sigmund Freud, afirmaba en sus tesis que todos tenemos una región en alguna parte del cerebro donde se almacenan las experiencias de nuestra vida, a la que llamaba subconsciente, y que muchas de las actividades más simples que realizamos todos los días se llevan a cabo inconscientemente.

La publicidad se apoya en esas afirmaciones para plantar en las personas la idea de consumir un producto. Busca hacernos creer que sin los productos que se anuncian no podremos superar la mediocridad o lograr algún objetivo específico, y por lo tanto no podremos ser felices: Si no tienes cierto teléfono celular o aparato electrónico no serás popular entre tus amigos, si no bebes agua embotellada de cierta marca no podrás mantener tu apariencia, si no usas la misma ropa deportiva que algún jugador de fútbol estrella tu rendimiento físico será menor, si no compras en determinada tienda, el dinero de la quincena no será suficiente para cubrir todas tus necesidades.

Lo increíble es que la gente cae redonda ante estas falsas promesas porque creen que así se acercarán al tipo de personas que la publicidad nos enseña que debemos ser: ricos, jóvenes, atractivos, elegantes, etc.
Las empresas utilizan a la publicidad como vehículo para ofrecernos sus productos pero, ¿cómo llegan los mensajes hasta nosotros?

Los medios de comunicación, nuestra herramienta más importante para obtener información, son la forma en que la publicidad llega hasta nosotros. La creciente necesidad de estar informados sobre los acontecimientos relevantes de todo el mundo nos hace depender cada vez más de las tecnologías de la comunicación; medios masivos como la radio y la televisión tienen espacios publicitarios que interrumpen su programación para anunciar productos y servicios, esto genera una ganancia importante para las compañías radiodifusoras y televisoras, los periódicos, páginas de internet, etc.

El impacto que tienen los medios de comunicación en el consumismo es enorme, y el impacto que tiene el consumismo en nuestras vidas es de igual o incluso mayor magnitud, nos convierte en simples consumidores potenciales, nos desindividualiza, nos hace vulnerables pues altera nuestra percepción y anula nuestra capacidad de razonar y cuestionarnos si todo lo que nos están diciendo es verdad o si podemos estar siendo engañados o manipulados de alguna forma.

El consumismo nos hace “comprar cosas que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a personas que no nos agradan” 1

No dejemos que esto nos ocurra a nosotros, no permitamos que alguien más controle la forma en que vivimos, cuestionemos si lo que estamos haciendo es lo que de verdad deseamos hacer o si solo estamos imitando las conductas que observamos en televisión sin siquiera notar que nuestra humanidad está siendo mutilada.

Los productos que consumimos están hechos de los recursos naturales de nuestro planeta, productos producidos en fábricas cuyos desechos contaminan el ambiente, productos probados en animales antes de ser lanzados al mercado.



¿Hasta cuándo entenderemos que no somos lo dueños de este planeta?, ¿hasta cuándo dejaremos de tener esos delirios de grandeza y de creer que todo gira alrededor de nosotros?, ¿podremos algún día escapar todos de nuestra ignorancia?

“El hombre es un animal racional” dijo Aristóteles, pero, si la capacidad de razonar es lo que nos separa de los demás animales, ¿cómo podemos siquiera intentar justificar nuestro autoconcepto de superioridad cuando no utilizamos la razón en nuestras acciones?

Una persona que no utiliza su razón y que no lleva una vida de análisis, no se da cuenta de su potencial como ser humano. 

“Una vida de análisis es aquélla en la que tienes deseos de entender las cosas, pues uno es curioso y busca la verdad. No aceptas las ideas así como así, por el solo hecho de que sean populares o provengan de algúna tradición y no te da miedo formular preguntas.” 2

Intentemos siempre pensar más allá, despertar en nosotros la curiosidad y el ingenio que tantos avances le han dado a la humanidad, no permitamos que nuestra vida siga avanzando sin tener un sentido, realicemos acciones que toquen a otras personas de manera significativa, obtengamos el mayor provecho de nuestras cualidades como humanos.

“Una vida sin examen no vale la pena de ser vivida” 3, confiemos en que Sócrates tuviera razón con esta frase, que aunque un poco fuera de su contexto original, nos otorga una herramienta con la cual podemos juzgarnos a nosotros mismos, ¿Nuestra vida vale la pena de ser vivida?; ¿Si?; ¿Qué estoy haciendo para demostrarlo?.

Las respuestas a estas preguntas tendremos que encontrarlas por nuestra propia cuenta, pero, si en algo te puedo ayudar y aceptas un consejo, estoy casi seguro de que no las vas a encontrar sentado frente al televisor.



1.- La frase la escuché por vez primera en Fight Club, película de David Fincher de 1999 basada en la novela homónima de Chuck Palahniuk, la cual les recomiendo mucho por la estrecha relación que tienen algunas partes de la trama principal con el tema del consumismo. Aunque al buscarla posteriormente encontré que se le adjudica al autor Dave Ramsey en The Total Money Makeover.

2.- La Filosofía de House, William Irwin y Henry Jacoby  

3.- Apología de Sócrates, Platón.

domingo, 18 de agosto de 2013

¿Sabes qué es comunicación?




Seguramente al leer esta pregunta tu respuesta inmediata es pensar: “sí,”; pero 
¿en verdad lo sabes?

Todos los días, en nuestros hogares, en la calle, en la escuela o en el trabajo escuchamos palabras como “medios de comunicación”, “problemas de comunicación”, “tecnologías de la comunicación”. Esta mágica palabra se utiliza todos los días en diferentes conversaciones dentro de diferentes contextos; aunque su significado puede ser expuesto de una manera muy simple, la comunicación es un proceso que, para ser utilizado de la mejor manera, también debe entenderse plenamente.

La Real Academia Española (¿qué haríamos sin ella?) define a la comunicación como: “Acción y efecto de comunicar o comunicarse”,  “Trato, correspondencia entre dos o más personas” o “Transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor.”
Con esto y con el diagrama de nuestros libros de Redacción y Literatura que exponía los elementos necesarios para el proceso de la comunicación, (emisor, receptor, mensaje, código, canal, contexto), ya sabemos que escribir si nos encontramos con el título de este texto en un  examen.

Algo muy importante que hay que tomar en cuenta dentro del proceso de la comunicación es que este debe ser bidireccional, es decir que, el emisor espera una respuesta o reacción de un receptor de acuerdo a la información contenida en el mensaje.
Este es un proceso necesario e incluso inevitable para los seres humanos ya que mediante la interacción con otras personas de nuestro entorno aprendemos a comportarnos de cierta manera, adoptamos un sentido de lo correcto e incorrecto y nos identificamos con la cultura a la que pertenecemos.

No es necesario hablar para comunicarse, los idiomas y el habla son solo el código y el canal que utilizamos con más frecuencia pero, ¿de qué otra manera se puede llevar a cabo este proceso? La comunicación no es exclusiva de los humanos, también los animales envían mensajes, más simples y directos. ¿Quién no ha escuchado a un perro ladrando por las mañanas, o el inconfundible sonido de un grillo que no nos deja dormir por las noches? Estos mensajes provocan una reacción en nosotros, aunque originalmente no seamos los destinatarios, se lleva a cabo un proceso de comunicación.
Cuando escuchamos a alguien hablar de comunicación vienen a nuestra mente las columnas de algún periódico, los reportajes de programas de noticias en la televisión o al locutor de una estación de radio narrando un hecho relevante.
En la actualidad las tecnologías de la comunicación son esenciales para nosotros, cada vez hay más maneras de llevar la información a más personas en diferentes partes del mundo pero, ¿esto quiere decir que la comunicación ha mejorado gracias a la tecnología?
La televisión y la radio cambiaron la forma de comunicarnos en el siglo XX, mucho antes de la invención de estas tecnologías eran las cartas, libros, periódicos y la comunicación oral los que dominaban la transmisión de la información.

Posteriormente el internet dio un impulso enorme a la distribución de la información con el servicio de la World Wide Web, cantidades infinitas de información de todo tipo accesibles desde cualquier parte del mundo, correo electrónico, chats, video llamadas, redes sociales, publicidad; todo esto y más junto a diferentes dispositivos desde los cuales acceder (computadoras de escritorio y portátiles, teléfonos celulares, consolas de videojuegos, tabletas electrónicas).  
Aunque desarrollar todas estas tecnologías tomó tiempo, la sociedad ha adoptado su uso de manera rápida pues su utilidad para nosotros es indiscutible.

Con esto podemos decir que sí, la comunicación ha mejorado gracias a todos estos avances en la tecnología, pero no podemos afirmar que todos los cambios producidos por el uso de estos mismos son enteramente positivos.

Nuestra actual forma de vida es cada vez más apresurada, por eso la necesidad de estar enterados de las novedades y cambios en el mundo de la manera más rápida posible nos hace depender de los medios de comunicación masivos. Estos buscan a menudo influir en nuestra forma de pensar, haciendo que modifiquemos nuestros puntos de vista, normalmente con la intención de que nos volvamos consumidores de algún producto o servicio, o que tengamos cierta tendencia a alguna idea, moda o pensamiento.
En el uso de los teléfonos celulares predomina lo abreviado, lo que es ideal para un ambiente de comunicación funcional y práctico como con los compañeros de trabajo, compañeros escolares, para planear rápidamente una reunión con amigos, o para dar noticia a tus familiares de dónde y cómo te encuentras; sin embargo, no hay una verdadera comunicación emocional, no logramos captar detalles que pueden ser importantes para no malinterpretar el mensaje.

Si los conceptos de comunicación y del proceso de la comunicación son tan sencillos y si tenemos la posibilidad de echar mano del uso de tantas tecnologías en la actualidad, ¿por qué tantas personas están de acuerdo en que la comunicación es un proceso muy complejo?, ¿por qué escuchamos cada vez más que tenemos graves problemas para comunicarnos, a veces incluso, con nuestros familiares más cercanos?

Al intentar enviar un mensaje es posible que la persona con la que queremos comunicarnos no entienda exactamente lo que queríamos decir, también es posible que la reacción o respuesta que recibimos después no sea la esperada.

Una persona puede no conocer el significado de algunas palabras que usamos, o tal vez el significado que ellos le atribuyen a esas palabras sea muy distinto del nuestro. Por eso es importante conocer nuestro lenguaje y el uso correcto de las palabras para, en lo posible, evitar confusiones que puedan llevar a una discusión.
Uno de los mayores problemas que tenemos para comunicarnos es que no sabemos escuchar a las personas, tal vez no nos interese lo que estén diciendo, tal vez tengamos otras cosas en qué pensar, o si escuchamos algo que no nos gusta, dejamos de poner atención al resto del mensaje.

Cuando existe un problema de comunicación, pensamos que nosotros no tenemos la culpa, ¿cómo podríamos ser nosotros los culpables?, es decir, yo entiendo perfectamente lo que digo, la culpa tiene que ser de la otra persona, es ella la que no entiende, es ella la que no está escuchando.

¿Cuántas veces no quisiéramos que la otra persona estuviera dentro de nuestra mente, para que así pudiera ver las cosas exactamente como las vemos nosotros?

No podemos esperar que todas las personas compartan nuestra forma de pensar, por eso no siempre obtendremos las respuestas que nosotros deseábamos al enviar nuestro mensaje, tampoco podemos obligar a los demás a cambiar, pero sí podemos cambiar las cosas que no nos gusten de nosotros mismos.

Por eso, hay que respetar las opiniones de otras personas, aunque nos parezcan erróneas, para entender que nuestro punto de vista no es el único, y que existe la posibilidad de equivocarnos y aceptar nuestros errores para intentar corregirlos y así lograr una mejor interacción con las personas con las cuales debemos comunicarnos todos los días.